AMOR ESTELAR

Ayer la vi pasar. Compartimos una mirada tan fugaz como ella, un adiós arrepentido, un te pienso inesperado y un te quiero incierto. Todo eso sucedió cuando la Tierra trataba de ocultarnos a la reina que, con toda su fuerza, brillaba en la oscuridad junto a la gran orquesta que dirigía el distinguido maestro Silencio.

El escenario continuaba oscuro. Estaban también presentes Mercurio, Venus, y Marte. Yo, brillé intensamente, como cada noche.

EL JARDIN

Cuando una flor llora…

Nadie obsequia un minuto de su vida para escuchar a una flor. A nadie le importa cuando una flor se encuentra sola, engordándose con sus ideas. Cada cosa funciona a su conveniencia. Una actitud inesperada y extraña puede ser más filosa que una guadaña.

Una espina ensangrentada

Una flor no puede ser culpada si sus espinas hieren, es simplemente su naturaleza. Si los que están alrededor de ella no lo pueden entender, entonces no valen nada. Esos, que no entienden, no saben alimentarse con la belleza de una es pina ensangrentada.

En medio del rocío

Suavemente y en medio del rocío, la flor acaricia el borde de la muerte. Desde que ella no entiende qué está pasando, sus sentimientos se están desvaneciendo.

La flor decide morir

No es suficiente. Ella ha tomado una decisión y prefiere morir en vez de mendigar. Aunque sabe que siempre será la primera después de la primera.

El secreto

El secreto se ha ido. Se fue sin que ella notara su ausencia. Ahora ella intenta describir el significado del verdadero dolor. El secreto vino a robarse el polen y la pureza de la flor y lo esparció por todo El Jardín.

EL CUENTO INCOMPLETO

Existió una vez, y hace mucho tiempo, un niño que nunca pudo crecer. Cuentan que todos los días hacía exactamente lo mismo.

No había ni siquiera algo que diferenciara las actividades de sus días. Los colores, formas y sonidos eran siempre los mismos. Incluso, decía siempre las mismas palabras sin el más leve cambio.

Al parecer, fue culpa de una escritora irresponsable que dejó el cuento incompleto antes de morir.

DISFRAZ

Después de escuchar tus días tantas veces, me cansé de que el aire escuchara los míos. Ya no. No estoy dispuesta a esperarte cada tarde, y mucho menos cada madrugada, porque solo me topo con nubes que vienen, pasan saludando y se van a un destino desconocido e infinito.

Después de quererte, me cansé de rogarte. Pero ya no. Ya no necesito de tu vacío amor, de tu inasequible amor.

Después de conocerte más, me cansé de ti, de tus problemas imaginarios, de tus inquietudes ficticias, de tus reproches sin fundamentos.

Me asusté de estar a tu lado porque trataste de manchar mi alma con mi propia sangre, pero no te diste cuenta de que ella era quien estaba manchando tu disfraz.

Ese disfraz de sinceridad que desde el principio llevabas puesto, pero no se notaba porque te quedaba a la perfección. Y cuando descubrí que no eras más que un disfraz, ayudé a mancharlo con lágrimas decepcionadas que de mis ojos gritaban al caer.

Y sin que tú lo advirtieras, con cada lágrima, ese disfraz se empapó hasta transparentarse, y llegó a verse como tú. Y allí estabas, con los ojos muertos, temblando como niño, acurrucado en tus sueños frustrados.

Esa tarde de lágrimas tu disfraz quedó tan arruinado, que te conocí otra vez.
Tu error fue haber llegado disfrazado a una reunión casual, y quedarte allí por un tiempo que, aunque corto, fue tiempo.

Tú tuviste la culpa, pero no fuiste el culpable.

Ahora desde esta distancia, y espero que me escuches, ten cuidado de toparte contigo mismo, porque puedes hacerte daño al reír.

Y esas risas pueden llegar a ser como cortaduras al borde de los dedos, tan insignificantes pero tan sensibles.

Tú felicidad esta observándote con ojos de venganza.

Cuidado.

ACOMPAÑADA DE TI

A veces es difícil encontrar la manera exacta de dibujar los sentimientos. Es necesario encontrar el destino y el propósito de cada palabra. No sé si alguna vez te has percatado de que cada palabra encierra infinitos encantos. Encantos que a veces se muestran por sí solos, y a veces bailan en una sorprendente y mágica fiesta de disfraces.

Hubo, en un día no muy lejano a éste, una de tantas de esas fiestas, las cuales se celebran en mi mente. Pero, por casualidad, o mejor dicho, como de costumbre, fui la causante de que la luz de la luna no llegara a mi alrededor y lloré. Lloré porque todas mis invitadas se habían marchado, las palabras se habían ido de mi lado.

En medio de sollozos y de lágrimas grité sus nombres pero parecía que ni una vocal quería juntarse con las pocas consonantes que me consolaban. Y por lo tanto, esa noche no fui capaz de hacer que regresaran ni que me hablaran. Se encontraban perdidas en mis lóbregas tristezas inventadas.

Finalmente, me quedé dormida boca abajo para no verme reflejada en el cielo. Al abrir los ojos, recordé aquel día en el que me levanté antes que el sol, cuando salí y pinte una sonrisa, y me di cuenta de que esa sonrisa no la había pintado sola sino acompañada de ti.

En ese momento tan frágil supe de nuevo que nunca estoy sola y que a veces te presto mis palabras y mis signos porque, aunque yo sea su dueña y tenga miles de tildes, tú acentúas los consejos, aunque yo posea los signos de interrogación, tú tienes las respuestas y, aunque yo adore a mis signos de exclamación, tú eres quien los escucha. Tú cuidas con esmero a mis palabras aún cuando yo, a penas, te las presto unos segundos.

Por eso, hoy las he vestido con su traje más elegante, y mientras caminan tranquilamente, repasan orgullosas el discurso que juntas hemos preparado para ti, y van llegando felices a su destino, tu corazón. Para cantarlo y que, sin mi ayuda, quede impreso en ti.

El recorrido no es largo, van hacía mi línea paralela, y sé que más que contarle a ella, cuento contigo.

FUEGO EN EL PENTAGRAMA

Un músico muy loco escribió una noche una canción a la que tituló Fuego en el Pentagrama. Escribió y escribió por horas. Blancas, corcheas, fusas, silencios, bemoles...

Cuando por fin llenó la última hoja de papel pautado con miles de figuras musicales, éste empezó a arder en llamas.


(Inspirado en el tema Fire in the Penthagram del disco When Power Begins de Walter Monsanto)

CONCERTISTA

Permanecí de pie esperando que empezara algo que no sabía qué era. Como siempre, vestía de blanco y negro, muy elegante. Era, sin lugar a dudas, el centro de atención en el gran auditorio del Conservatorio.

De un instante a otro, alguien se acercó a mi y comenzaron a sonar algunas notas musicales. Primero un do, después un sol, luego un mí. Seguidamente, una melodía cosquilleaba todo mi cuerpo y hacía vibrar mis cuerdas.

EL ACCIDENTE

Viajaba a toda velocidad. Era media noche. Algunas gotas de lluvia empezaban a mojar el asfalto.

De repente, una curva estropeó mi camino. Empecé a frenar pero no pude hacer nada. Las fricciones estaban dañadas.

Inmediatamente, una luz cegó mi mirada y alguien dijo: "Es una niña".